sábado, 17 de octubre de 2009

La verdadera lección de una venganza

A veces cuesta creer a donde hemos llegado los seres humanos en esta tierra. Hemos evolucionado mucho en conocimiento. Somos capaces hasta de viajar a otro planeta, podemos despertarnos en una ciudad y terminar el mismo día durmiendo en otro continente como algo cotidiano. Hemos sido capaces de transformar al mundo siglo a siglo, al grado que no tenemos que morirnos ni de calor, ni de frío. Pero tristemente en esa evolución le hemos perdido el respeto a la vida.

Esta semana nos estremeció la noticia de un adolescente que fue convertido en una antorcha humana por otros chicos, cuyas edades oscilan entre los 13 y 15 años. Todo por no haber pagado unos $40 que le debía a Matthew Bent, un compañero de la escuela, por la compra de un juego de video. Michael Brewer, el jovencito quemado, está pagando muy caro su deuda.

El domingo 11 de octubre, Matthew trató de cobrarse los cuarenta dólares tomando como prenda una costosa bicicleta del padre de Michael, pero llamaron a la policía y lo arrestaron. Según se dio a conocer, Bent amenazó al muchacho y su familia advirtiéndoles que se lo iban a pagar y no tardó en cumplir su amenaza. El lunes 12 de octubre, Michael no fue a la escuela por temor a una represalia y no se equivocó. La venganza fue quemarlo vivo con la ayuda de unos amigos, bañándolo en alcohol y prendiéndole fuego, para “ver qué pasaba”, según declararon ante las autoridades. Lo que pasó fue una horrible pesadilla para Michael, quien se lanzó en su desesperación a una piscina, gritando de dolor y fue llevado de emergencia a la unidad de quemados del hospital Jackson Memorial, con heridas en un 80% del cuerpo, de gravedad en el 65% y con un preocupante pronóstico de un posible fallo de órganos en los próximos días.

No puedo quitarme de la cabeza su lindo rostro y la terrible agonía por la que está pasando tanto él como su familia. El viernes se difundió la llamada de emergencia en la que se escuchaban sus gritos desesperados y me trajo a la memoria los gritos de un vecinito que tuve de niña, que se había quemado la espalda al explotar un tanque de gas en su casa. El vivía a cierta distancia y sus desgarradores alaridos, cuando lo curaban, se escuchaban a varias cuadras de distancia. Me sentía morir de dolor con él cada día.

Un caso similar al de Michael, en crueldad sin límite es el de una chica colombiana que conocí por cosas del trabajo. Su rostro estaba completamente desfigurado por la maldad de alguien que nunca supo quién era. Ella vivía con su madre y otros niños en una alcantarilla fétida de la ciudad de Bogotá, cuando a alguien se le ocurrió la perversa idea de exterminar a esa pobre gente prendiendo fuego a la cloaca. El día que la conocí casi me echo a llorar de la impresión, sobre todo al saber cómo le había pasado. Corrí a la oficina de mi jefe ahogada en llanto, tratando de tranquilizarme. Cuando al fin pude serenarme y hablé con ella, admiré su valor para enfrentar la vida y las miradas de horror o compasión de la gente. Espero de verdad que Michael pueda tener esa fortaleza para sobrevivir y enfrentarse a todo lo que le espera.

Si la noticia de lo que pasó con este muchacho me escandalizó, mucho más lo fue enterarme que algunos de los acusados habían llegado a la corte en una actitud como si se tratara de una travesura cualquiera, sin mostrar remordimiento alguno y hasta medio divertidos de todo lo que estaba pasando. Es más, se ha reportado que los cinco acusados tienen un historial judicial, Jesús Méndez el jovencito que utilizó el encendedor para quemar a Michael, está enfrentando cargos por intento de asesinato.

Tan solo pocas semanas atrás, un adolescente perdió la vida en Miami, apuñalado por otro estudiante, en el patio de su escuela. ¡Qué triste saber que ellos representan parte de la generación de relevo!

Sin duda que los padres de estas criaturas no han sabido sembrar valores, ni respeto en sus almas. Cuando veo a un bebé o a un niño pienso precisamente en eso, ¿sabrán los padres de estos pequeños lo que significa la responsabilidad de tener a un hijo? No se trata simplemente de vestirlo, alimentarlo y mandarlo a la escuela para que estudie. Sino de enseñarle AMOR Y RESPETO por todos. Muchas veces veo el entusiasmo de la gente comprándole la ropa más bonita a su bebé, los juguetes de moda, que no le falte nada, pero a medida que esos bebés crecen y comienzan a sentir el peso de las responsabilidades, los hacen a un lado, los mandan a jugar o a estudiar para que no les estorbe, con muy poca comunicación entre ambos y los muchachos terminan desubicándose en la vida, sin saber distinguir entre el bien y el mal.


La verdadera venganza contra Michael está más allá de lo que persibimos, es la venganza contra la propia familia de Matthew y de los chicos que se aliaron a tan horrible acto. Es hacer despertar a sus progenitores sobre el hecho de que cuando trajeron al mundo a sus hijos, no estaban jugando a las muñecas y tienen que pagar el precio de su falta de guía en la vida de sus vástagos.
Ojalá que la historia de Michael logre siquiera hacer reaccionar a los padres que han visto su caso y se puedan evitar tragedias similares.

1 comentario:

abe sal dijo...

"...No puedo quitarme de la cabeza su lindo rostro y la terrible agonía por la que está pasando tanto él como su familia..."
Este fragmento de tu artículo, sí forma parte de los sentidos humanos.Los que te mueven, los que duelen. De los que no podremos desprendernos mientras sigamos creyendo en esta profesión. Sí que, a veces, duele conocer la trastienda de esas historias de vida que "afortunadamente", nos toca conocer. No todos tienen la posibilidad de conocerlas tan de cerca, y de eso se trata lo que elegimos. A mis años, todavía me ayudan a aprender, pero duelen. Finalmente, la vida duele. Aún recuerdo, dolorido, cuando conocí a Emiliano. Hacía cuatro años que había nacido, y ya llevaba en su corta historia, el dolor mismo esa vida... doliendo. Su cuerpo estaba irremediablemente quemado por el fuego...y por la irresponsabilidad de los inútiles funcionarios. Esos que no entienden de dolor, ni saben de eso. Solo por unos pesos mas, un contrato irregular por el asfalto de una calle, dejo a Emiliano bañado en brea hirviendo.
Sigo recordando, aún, cuando su MAMI me abrió las puertas de su casa, emplazada y casi desganada, en un pequeño pueblo escondido en la Provincia de Cordoba. La siesta inevitable, marcaba más ese desgano. Escenario triste e irremediable. Enté. Emiliano se escondió. No quería que lo viera, al menos todavía.La ceremonia, siempre sería la misma, mientras su MAMI me hacía entender el porqué...él lo decidía.La desición sría de Emiliano. Escuchaba, desde otra habitación, la de él, quien venía a descubrir su rostro dañado, su cuerpo quemado, su alma dolorida. ¿Quien era?. Hacía solo cuatro años había nacido!!!.
Escucho mi voz, me creyó, y gané su confianza. Mas tarde, tímidamente apareció en la sala.Lo mire, y fué como morir de dolor. Me recuerdo queriendo disimularlo, sin entender que Emiliano sabía bien lo que me pasaba. El lo sabía. Por eso, me dío su tiempo antes de mostrarse como alguien diferente.
Tan diferente, que me enseñó que el fuego puede arrasar con todo...menos con el alma de un niño.